Un vistazo a la historia estadounidense contada por un asesino a sueldo de la mafia y el crimen organizado entrelazado con la política. Esta es la trama de El irlandés de Martin Scorsese, distribuida en cines del 4 al 6 de noviembre y posteriormente a partir del 27 del mismo mes en streaming en la plataforma Netflix.
Primero la película. Esta es la enésima historia de muchos años, comenzando desde la posguerra, donde las diversas mafias, cárteles y organizaciones criminales de todo tipo en Estados Unidos han hecho y deshecho a su antojo, han creado y sustentado imperios de diversa índole, manejaba negocios y tráfico con todo tipo de mercancías: desde drogas hasta armas. Antes de esta película, en la gran pantalla, Francis Ford Coppola la había pensado con El Padrino en 1972 para recordar cómo, de qué manera, con qué mecanismos, podría funcionar un sistema penal basado esencialmente en las relaciones y vínculos familiares, en los orígenes comunes que unen a una comunidad inmigrante en Estados Unidos. Posteriormente, en 1984 llegó Sergio Leone con Hubo una vez en América para dibujar un fresco inolvidable. Antes y después de ellos, otros innumerables títulos han abordado el mismo tema hasta el punto de crear un verdadero género cinematográfico.
Alguien había pensado que esta tendencia estaba agotada, pero todavía parece tener un control sobre el público en general. Quizá, también porque se plantean interrogantes y se plantean problemas destinados a quedar sin resolver: esta podría ser precisamente la razón por la que este mundo sigue atrayendo tanta atención.
Por ejemplo, esta película trae a la mente esa página muy negra de la historia estadounidense marcada por el asesinato de Kennedy, así como la de la fallida invasión a Cuba, más de 50 años después, nunca se ha arrojado toda la luz sobre lo sucedido y, de hecho, se han escrito otras páginas igualmente oscuras.
Scorsese vuelve a ponerle las manos encima y, como es habitual, con gran destreza. Ni que decir tiene que el "monumento" de conductor de taxi. Este director domina el cine, con sus modelos, sus técnicas, sus lenguajes a la perfección y en The Irishman Las concentra todas en casi cuatro horas de proyección. Quizás demasiados: probablemente adecuados para una realización fragmentada como será posible con la plataforma de transmisión, pero no muy adecuados para la pantalla grande donde no hay trama, ni camino narrativo a seguir, sino solo una colección de secuencias, imágenes fijas, evidencia de lo mejor. actuación de primera clase. Estos últimos son el verdadero eje de la película, la pista que por sí sola merece la visión: una Robert De Niro en su mejor forma junto con Al Pacino, Joe Pesci y Harvey Keitel. Todo lo demás, que no es poca cosa, es el corolario, el acompañamiento adecuado de un producto de alto nivel.
Algunos han escrito que es una obra maestra. Quizá no lo sea en todo el sentido del término pero sin duda es una película que marcará un hito en este género cinematográfico. Tanto por el contenido, variadas historias variadas de la mafia italoamericana, como por la parte productiva. En algunos aspectos se acerca a esa línea de grandes obras cinematográficas cada vez más caras y difíciles de hacer y solo por cuánto Netflix Intervino con una importante contribución (la película costó más de 140 millones de dólares) Scorsese pudo completar la obra.
El irlandés podría representar la épica conclusión de un género que puede haber agotado todo lo que se podía contar en la gran pantalla. Ciertamente no agota el placer de ver el arte de actuar expresado en su forma más significativa.