Más que un juego, o quizás mucho menos. Porque cuanto más le sumas cosas que no tienen nada que ver con el fútbol, más se desinfla el balón, se vuelve pequeño, venial. Casi un detalle. Feyenoord-Roma debería ser un partido de fútbol, y lo será, pero no solo, no del todo.
Debe ser una prueba más de una Roma oxidada, que sufre un empate agudo y desconcertante, una Roma ahora incapaz de ganar y divertirse, nunca tan lúgubre en un año y medio de gestión de García. Y el buen Rudi, a estas alturas, es cada vez más melancólico, pariente lejano -primo segundo, el canoso de la vida- del entrenador seguro de sí mismo y capaz de relanzar un equipo que se retorcía entre sus escombros y, al mismo tiempo, , para gestionar una prensa hambrienta de polémica con el savoir faire del sagaz entrenador.
Recuerdos lejanos que se desvanecen en esa picadora de carne que llamamos presente. Un presente cojo, difícil, en el que la Europa League -la prima desafortunada de la de las orejas grandes- se convierte en el único objetivo alcanzable para dar sentido a estos últimos meses, mientras las ganas de correr hasta la Juve se hacen cada vez mayores, precisamente por ilusiones.
Pero primero está el Feyenoord, y este juego no es solo un juego. Porque después de los problemas del partido de ida -el centro de Roma invadido y devastado por la afición holandesa, los daños al Barça...-, los ultras del Feyenoord se relanzaron, publicando en su cuenta de twitter una camiseta con una imagen de la obra maestra de Bernini con el escrito " Fuente Je Suis" (porque todos somos buenos para decir "je suis", pero también hay que saber escribir "fuente" en francés) y bajo un pie de foto cuanto menos alarmante: “Estábamos bromeando, nos vemos el jueves. Vosotros apuñaladores escoria de As Roma".
Parece que la camiseta no existe realmente, y que es solo el resultado de una imagen retocada. Lo que queda es el fondo de una amenaza, no tan velada, a la que los aficionados romanistas han reaccionado haciendo imprimir "Odio a Róterdam" en miles de pegatinas, mientras que en las redes sociales todo es una sucesión de proclamas bélicas.
No es el clima ideal para un partido de fútbol y mucho menos para renacer.