Al final de un Dos días de intensas negociaciones en Ginebra, en la residencia del embajador de Suiza ante las Naciones Unidas, Estados Unidos e China tener anunció un primer acuerdo en el frente comercial. Ambas delegaciones confirmaron que la corazón del acuerdo es la creación de una “mecanismo de consulta” estable en materia de aranceles y en las cuestiones comerciales más controvertidas. En el comunicado conjunto, difundido a las 9 de esta mañana, se aclararon algunos contenidos inmediatos del acuerdo: Estados Unidos e China suspenderá parte de las funciones por 90 días impuestas sobre sus respectivos bienes, con el objetivo de crear un clima más relajado en vistas a una negociación estructurada.
Según el comunicado, la La suspensión entrará en vigor el 14 de mayo.. Beijing mantendrá un arancel del 10% sobre algunos productos estadounidenses, eliminará el arancel del 91% y suspenderá el 24% restante durante tres meses. Estados Unidos, por su parte, reducirá en un 115% los aranceles a los productos chinos, mientras mantendrá un impuesto del 30% a los demás bienes importados.
“Tuvimos una discusión muy sólida y productiva, incluso sobre el progreso que debe lograrse con el fentanilo”, dijo el Secretario del Tesoro. scott bessent, confirmando que “las partes establecerán un mecanismo para continuar las discusiones sobre las relaciones económicas y comerciales”.
Señales de apertura desde Washington
El clima de cauto optimismo ya se había sentido en las horas previas, cuando el presidente estadounidense Donald Trump había hablado de un “reinicio total, Negociado de manera amistosa pero constructiva“, mientras que el Secretario del Tesoro, scott bessent, había subrayado el “progreso sustancial” alcanzado. Jamieson Greer, Representante de Comercio, confirmó la existencia de un acuerdo sin anticipar sin embargo su contenido. La importancia del encuentro también fue confirmada por un nota publicada por la Casa Blanca, quien habló abiertamente de un “acuerdo comercial con China”.
La posición de Pekín
La parte china fue más explícita., con el Viceprimer Ministro El Lifeng quien explicó cómo el acuerdo prevé un nuevo mecanismo para regular los intercambios regulares e irregulares relacionados con cuestiones comerciales”. Durante las negociaciones, el asistente del canciller, Miau Deyu, Ha reiteró la línea de Beijing:contrariamente a deberes recíprocos y defensa de los intereses de desarrollo chinos, acusando a Washington de sacrificar los intereses globales en favor de una agenda hegemónica. Miao también enfatizó que China ya ha tomado acciones legales para contrarrestar los aranceles impuestos de los Estados Unidos.
Si bien el anuncio de hoy puede representar una primer paso hacia la desescalada, aún queda por ver si elEl acuerdo contendrá elementos concretos capaz de desactivar la guerra comercial en curso, que ya ha generado fuertes tensiones en los mercados financieros y alimentado temores de una recesión mundial. Los observadores esperan con impaciencia la declaración oficial para ver si será un punto de inflexión o simplemente un frágil alto el fuego.
La guerra comercial entre las dos superpotencias
Lo disputa comercial entre Estados Unidos y China ha sufrido unaceleración a principios de abril, cuando la administración Trump decidió aumentar los aranceles hasta el 145% sobre una amplia gama de productos importados de Pekín. La respuesta china no se hizo esperar: las autoridades de Pekín introdujeron contramedidas simétricas, aplicando aranceles de hasta el 125% a los productos estadounidenses.
La escalada arancelaria se está acelerando volverse insostenible para ambas economías. En Estados Unidos, los temores a un alza de precios y a la posibilidad de que los estantes estén vacíos se han multiplicado, mientras que en China el principal riesgo es una nueva desaceleración del crecimiento en un entorno ya de por sí frágil.
Según fuentes diplomáticas cercanas al expediente, en los días previos a la reunión de Ginebra, el presidente Trump había evaluado una primera flexibilización arancelaria, suponiendo una reducción del 80%. Un movimiento táctico destinado a apoyar la iniciativa del secretario del Tesoro, Scott Bessent, y crear las condiciones políticas para reabrir el diálogo con Pekín sobre una base más constructiva.