El lanzamiento de un misil norcoreano Unha-3 resultó ser un rotundo fracaso, que se suponía que pondría un satélite en órbita. En realidad, según la comunidad internacional, el lanzamiento constituye una provocación.
Un error en la secuencia de lanzamiento de la segunda y tercera etapa habría provocado la caída del cohete, y la agencia espacial del régimen inmediatamente corrió a ponerse a cubierto, primero negando el lanzamiento y admitiendo el desafortunado resultado solo después.
El Presidente Kim Jong-Un convocó inmediatamente una reunión de emergencia del gabinete, tratando de escudarse de una cierta condena por parte del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Estados Unidos, por su parte, denunció la provocación del gesto, considerado un auténtico “esfuerzo de propaganda”.
la reacción de Rusia y China: mientras el Kremlin condena el comportamiento de Corea del Norte como contradictorio con una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, China se ha puesto del lado del régimen peninsular, esperando que se mantenga la calma.
Si el Gobierno no logra demostrar el propósito científico del lanzamiento, el régimen correría el riesgo de incurrir en un procedimiento de infracción. Sin embargo, Pyongyang había comunicado el lanzamiento del satélite, justificándolo además con fines científicos y de celebración del natalicio del líder Kim Il-Sung.
Hasta ahora, todos los intentos de Corea del Norte de colocar satélites en órbita han fracasado.