Un psiquiatra describiría el estado de ánimo de los mercados como maníaco depresivo: una alternancia de euforia y desaliento. Quienes pensaban que el acuerdo sobre la crisis de la deuda soberana firmado la semana pasada tras una noche de negociaciones pondría fin a los sobresaltos tuvieron que replantearse. Y las incertidumbres continuarán hasta que se disponga de más detalles sobre la parte aún abierta de las medidas anunciadas, tanto en lo que respecta a la EFSF como en lo que respecta a los compromisos, especialmente los italianos. Después del mal día de ayer, los mercados bursátiles asiáticos abrieron mal, e incluso el recorte de tasas clave del Banco de la Reserva de Australia no levantó el ánimo del mercado de valores de Sydney.. La reducción se interpretó más como un reconocimiento de la debilidad que como un estímulo a la economía.
Incluso el alivio, para el mercado japonés, ligado a la intervención sobre el yen no duró mucho. La divisa japonesa ha retrocedido parte de las pérdidas, y aún se mantiene en un nivel incómodamente alto para los productores del Sol Naciente, que también tienen que lidiar, en sectores importantes como el automotriz y el electrónico, con las graves repercusiones de las inundaciones en Tailandia en sus cadenas de suministro.
