El Partido Laborista aguanta en las ciudades de Inglaterra, pero se hunde en Escocia (donde se desliza al tercer puesto tras los nacionalistas del SNP y los conservadores) y pierde terreno de forma decisiva en Gales. A la espera de los resultados de Londres, que según todos los pronósticos tendrá por primera vez un alcalde islámico, Sadiq Khan, la prueba electoral más importante antes de las políticas de 2020 ciertamente no da señales a favor del partido de Jeremy Corbyn.
Según cifras parciales, los laboristas perdieron el 9% de los votos en Escocia y casi el 8% en Gales. Lo que más arde es la derrota escocesa, porque los laboristas dominan la escena política local desde hace décadas y también se ven superados por los conservadores después de que Corbyn señalara entre sus prioridades la confirmación del segundo puesto en Holyrood, la sede del Parlamento en Edimburgo. Un consuelo parcial para los laboristas es el resultado de Inglaterra, donde las pérdidas fueron inferiores a las esperadas en la víspera.
Mientras tanto, Nicola Sturgeon, líder del Partido Nacional Escocés (SNP), que ganó un tercer mandato consecutivo, se regocija: “Lo que vemos es que el SNP está tomando el lugar del laborismo. El colapso del apoyo laborista es impresionante”.
Satisfacción también para Nigel Farage, líder del partido antieuropeo Ukip, de quien se espera que ingrese por primera vez a la asamblea galesa. No obstante, en Gales, el laborista Carwyn Jones debería seguir siendo primer ministro, aunque no tenga la mayoría absoluta y, por tanto, tenga que buscar alianzas. Se excluyen los acuerdos con los conservadores o la Ukip, mientras que la puerta está abierta al diálogo con Plaid (formación independentista de centroizquierda) y con los demócratas liberales.