Las huelgas ponen de rodillas a los principales transportistas de los cielos europeos. Ayer los pilotos de la aerolínea nacional alemana Lufthansa (junto con British Airways la mayor de Europa) se cruzaron de brazos durante 15 horas, de 8 a 23, en lo que promete ser, según anuncios del sindicato Cockpit, como el inicio de un gran malestar mayor.
Lo que impulsa a los pilotos a protestar son los recortes en las pensiones de las empresas y los pagos a quienes se jubilan anticipadamente. Medidas consideradas fundamentales por la alta dirección de la compañía, llamadas a poner las cuentas en rojo del último periodo y hacer frente a la competencia cada vez más feroz de las grandes compañías árabes y las aerolíneas de bajo coste.
El 28 de septiembre, sin embargo, el sindicato de pilotos de Air France suspendió la huelga de 14 días que había sumido en el caos los cielos europeos, dejando miles de pasajeros en tierra en todo el mundo. Los disturbios le costaron a la empresa franco-holandesa unos 280 millones de euros.
Incluso en este caso, aunque lo peor parece haber pasado, no se descartan nuevos disturbios. De hecho, las negociaciones entre el sindicato de pilotos y la empresa aún no han culminado en un acuerdo. Sobre todo, la cuestión del contrato único para los pilotos de Air France y la filial de bajo coste Transavia sigue sobre la mesa.