Los ahorros son ingresos, como alguna vez dijeron. Los italianos todavía son considerados buenos ahorradores, pero lo que más les molesta, lo que amenaza sus ahorros, son los impuestos y, sobre todo, las volteretas de la economía. tarifas de servicios esenciales. No es una gran noticia, pero las facturas de agua, luz y gas se están infiltrando en los presupuestos familiares de forma cada vez más traicionera.
En tiempos de crisis energética i precios de la energía fueron la variable que tuvo mayor impacto en consumo. De febrero de 2022 a diciembre de 2023, por ejemplo, hubo un ahorro de gas de aproximadamente un 14,3% y un ahorro de electricidad de un 4,3%. La razón de esta prudencia fueron los altos precios, sobre los que la política intentó intervenir como un semáforo pero con la luz verde, al final, siempre encendida.
Un estudio más allá de las estadísticas oficiales
Un informe - La crisis energética y el consumo en Italia ” del Laboratorio de Investigación Ref editado por roberto bianchini, Leonardo Gottardi e Andrea Tenconi Tratar de explicar las razones de nuestros comportamientos. “Sí, como laboratorio hemos intentado dar respuesta a determinadas cuestiones, aplicando algunos modelos econométricos y estadísticos para aislar el efecto del precio sobre el consumo”, responden. Históricamente, la energía ha sido considerada un bien cuya demanda no cambia significativamente cuando los precios aumentan o disminuyen. El trabajo de investigación y procesamiento fue más allá de las estadísticas oficiales y reunió múltiples elementos para guiar acciones futuras.
Entre 2022 y 2023 como italianos cambiamos de actitud. ¿Un efecto temporal que quizás vuelva a la normalidad con precios más bajos? No, tal vez estemos redescubriendo- de minimis- el viejo dicho de ahorro = ingreso. El nuestro es un país complejo por infinidad de motivos pero ante las fluctuaciones de los precios de la energía, la industria es la que reacciona rápidamente, en primer lugar y sobre todo. Hay que entender a los industriales. Están mejor preparados, saben más cosas que un ciudadano común y corriente y tienen interés en no verse masacrados por el coste de la energía para mantener la competitividad. En cuanto pueden, se hacen oír ante el poder político para pedir salvaguardias o protección.
Il sector residencial, por otro lado, reacciona más lentamente a los cambios de precios. Aunque también ha crecido la sensibilidad hacia el ahorro energético para proteger el medio ambiente, el tiempo pasa antes de ahorrar. El sector de distribución No ahorra mucho en gas en los meses de verano, mientras que en electricidad es más constante. 2023 fue un año difícil por el empeoramiento del escenario político internacional. En la segunda parte del año el ahorro disminuyó, pero no llegó a cero. Es una señal discreta - afirman los investigadores de Ref - que nos lleva a afirmar que los hábitos de ahorro se han consolidado, al menos parcialmente.
El faro de la transición energética
La transición energética sigue siendo un faro iluminado al final de un camino aún largo. Ciudadanos y empresas -añadimos- perciben el papel ambivalente del Estado como regulador del mercado y actor de la transición. Un aparato que debe ser capaz de mantener juntas las dos funciones, incluso si el gobierno actual no ha obtenido mucho crédito en ninguno de los frentes.
“Un aspecto a tener en cuenta a la hora de evaluar la reacción del consumo ante el aumento de precios - leemos en el documento Ref - es el vinculado a intervenciones gubernamentales contra la llamada energía cara. Han amortiguado en parte los efectos de la reducción de la demanda, aunque es difícil decir en qué medida". Recordamos la eliminación de los cargos del sistema en la factura de la luz, el IVA reducido del 5% para el gas natural, el impuesto especial sobre los carburantes, los créditos fiscales a las empresas para compensar los costes adicionales de compra de gas y electricidad.
Afortunadamente, las nuevas tecnologías, las inversiones en eficiencia energética y simplemente una mayor atención a los residuos persisten incluso en períodos de precios bajos. El estudio lo reconoce y estima un ahorro de 693 teravatios hora de gas natural de 2024 a 2030. En definitiva, el trabajo del Laboratorio Ref transmite un poco de confianza no sólo ante "la tumultuosa tendencia de los precios de la energía entre 2022 y 2023” sino para el futuro.
"Si nos fijamos únicamente en las estadísticas generalizadas, no está claro ¿Cuánto del ahorro se debe a los aumentos de precios? y qué parte se debe a otras variables, como la temperatura exterior y el nivel de producción industrial", escriben Bianchini, Gottardi y Tenconi en la introducción. Pasemos por alto el calor, el frío, los gasoductos. La premisa parece más bien una buena conclusión para reconocer la madurez y la responsabilidad en millones de ciudadanos.