el secretario de la CGIL, Maurizio Landini, es verdaderamente inefable. Por un lado, promete recoger firmas para un referéndum contra el Ley del trabajo y por otro lado utiliza la odiada reforma renziana para despedir al histórico portavoz de la CGIL, Massimo Gibelli quien ayer comentó así la desgracia que le pasó: “No a todos les pasa que los despidan del sindicato. Me pasó a mi. La CGIL lo hizo el 4 de julio." “Despido por causa objetiva justificada”, se lee en el frío despido porque Landini ha decidido suprimir el papel de portavoz, dada el hambre que tiene de hablar personalmente con los periodistas. El despido individual por razones objetivas justificadas ya estaba prevista por la ley 604 de 1966, pero luego fue retomada y corregida por la ley Fornero de 2012 y la infame (?) Ley de Empleo de 2015, a la que el sindicato se había opuesto firmemente.
Será interesante ver si Landini tendrá el coraje de justificarse en la manifestación masiva convocada en Roma para el 7 de octubre, pero es poco probable que suceda porque cada vez que ataca la Ley de Empleo muchos pueden sonreír. Pero hay otro problema, no menos cómico. Ante el increíble espectáculo del mayor sindicato italiano despidiendo a trabajadores, el secretario del Pd, elly schlein Es silencioso. ¿Por solidaridad no con el trabajador despedido sino con su aliado Landini? En realidad, el silencio de Schlein es más una vergüenza que una complicidad con Landini. Porque el Partido Demócrata, falto de recursos tras la absurda supresión de la financiación pública pretendida por el Letta Gobierno, no sabe cómo gestionar a 90 empleados en ERTE que corren riesgo de despido. Sería un caso paradójico el de una correa de transmisión inversa. Ya no es el partido el que da la línea al sindicato sino el sindicato el que se la da al partido: incluso en los despidos inconvenientes. Si es así, Landini merece ser arrojado primero de la torre.