Tomará tiempo entender si la propuesta reforma constitucional presentado por el gobierno meloni ¿Es sólo una bandera de identidad para las próximas elecciones europeas o tiene posibilidades reales de despegar? Sin duda, se trata de un proyecto de reforma que ha tenido un comienzo cuesta arriba: no tanto por el desacuerdo generalizado de la oposición, de la que hasta el momento no se conoce ninguna propuesta alternativa completa, sino por la confusión y las contradicciones con las que aún se encuentra el texto. punteado. Fortalecer el Presidencia del consejo en nombre de la estabilidad no es herejía y tampoco lo es hablar de cargo de primer ministro (que siempre es mejor que el presidencialismo), pero depende de cómo se haga. El punto de inflexión es ciertamente la elección directa o no del primer ministro, pero hay otras reglas que acompañan al cargo de primer ministro que siembran dudas e incertidumbres y que corren el riesgo de provocar cortocircuitos institucionales. No es seguro que la reforma llegue a su fin y no es seguro que el texto final se parezca realmente al proyecto de ley inicial, pero por ahora el resultado es el que ilustra a "Repubblica" el ex primer ministro y ex presidente de el tribunal constitucional Giuliano Amato, según el cual el proyecto de ley Casellati (que lleva el nombre del ministro proponente) tiene el efecto innegable de "derribar el sistema institucional" al debilitar la Parlamento y quitarle la autoridad al Quirinale. No basta decir que la función de garantía del Presidente de la República no se puede tocar si luego se imagina quitarle el poder de nombrar al Primer Ministro y el poder de disolver las Cámaras.
Reforma constitucional: el cañón suelto de la nueva ley electoral
Pero, además del cargo de Primer Ministro, hay otro aspecto de la reforma que hasta ahora ha quedado algo en la sombra, también porque el texto no está ultimado, pero que corre el riesgo de convertirse en un asunto suelto y es el nuevo ley electoral que debe acompañar al cargo de primer ministro. El artículo 3 de la propuesta de reforma plantea la hipótesis de una prima mayoritaria para la coalición que gane las elecciones que garantice el 55% de los escaños en las Cámaras a las listas y candidatos vinculados al Primer Ministro elegidos por sufragio directo. Pero lo más extraño e inquietante es que no está definido el umbral mínimo para obtener el premio. Sin indicaciones precisas y razonables, sería absurdo que la coalición que obtiene tan sólo el 27 o el 28% de los votos de los electores pudiera dar un paso adelante y hacerse con el 55% de los escaños parlamentarios. La definición de un umbral razonable para activar el bono de mayoría no es un detalle, sino otro paso crucial de la futura ley electoral que nos dirá si sirve para fortalecer y renovar verdaderamente la democracia italiana o para dar pasos peligrosos hacia una mayor democracia, pero una democracia que los italianos realmente no sienten la necesidad.