Con un discurso algo inesperado, Draghi se presentó al parlamento y al país. Una intervención más larga de lo esperado y sobre todo con mayor Centrarse en cuestiones estrictamente políticas. desde la defensa del papel de los partidos que este gobierno no mortifique, hasta la reafirmación de fe europeísta y atlantista como una opción básica de nuestro país que nos ha dado libertad y bienestar.
Por el contrario, fue puntual pero menos detallado en los campos individuales de intervención, aunque hubo indicios de cambios sustanciales en las políticas seguidas hasta ahora. un gobierno de unidad nacional en una situación de crisis sanitaria, económica y social tan profunda, no es una opción sino un deber. Draghi apeló a espíritu republicano es decir, el hecho de que ante la emergencia todos debemos sentirnos ciudadanos italianos y, sobre todo, en palabras de Draghi, todos debemos preocuparnos por la necesidad de dejar un país mejor a quienes vendrán después de nosotros. “Tendremos que asegurarnos de que las generaciones futuras puedan agradecernos y no reprocharnos nuestro egoísmo”.
Este gobierno tiene la tarea de iniciar una nueva reconstrucción (como la de la posguerra) y esto depende de la calidad de las decisiones que habrá que tomar y sobre todo de la confianza mutua entre las fuerzas políticas y del deseo de recuperación de los ciudadanos que habrá que tomar los verdaderos protagonistas.
Un punto fundamental es nuestra relación con Europa: Draghi quiso aclarar (frente a las dudas residuales de la Liga) que el euro es irreversible y que el papel de Italia es colaborar para avanzar en la integración europea también con la creación de un presupuesto común que pueda intervenir para apoyar las economías en fases cíclicas adversas. Después de todo, no es del todo cierto que estar solo aumente la soberanía. Hemos visto en el pasado que, dada la integración de los mercados, los países más pequeños están a merced de las decisiones de los países más grandes y económicamente más fuertes.
Draghi subrayó la gravedad de la situación tanto desde el punto de vista sanitario como desde el punto de vista económico y del aumento de las desigualdades sociales. Quería aclarar que la post pandemia no sera como antes. No habrá un puro y simple regreso al pasado sino que tendremos que prepararnos para un nuevo mundo. De ahí la necesidad de derrotar al virus lo más rápido posible pero lanzarlos juntos reformas del sistema de salud que puedan suplir las graves carencias que han salido a la luz en los últimos meses. Y, sobre todo, será necesario equipar a nuestro país para afrontar lo nuevo que será más verde, más digital, más integrado y, por tanto, más móvil.
Para ello es necesario configurar correctamente nuestro plan en cuanto a la UE de próxima generación, y así es como utilizar los 209 millones de euros que nos ha prometido Bruselas para cambiar nuestro sistema y ponerlo en las mejores condiciones para ofrecer oportunidades laborales a las nuevas generaciones.
Alrededor Draghi dejó que se entendieran sus intenciones. En primer lugar, dijo que habrá que evaluar con detenimiento el papel del Estado que ciertamente ha aumentado en los últimos tiempos, pero que no hace falta convertirlo en gestor directo de muchas empresas. Por otro lado, será necesario encontrar las formas más adecuadas de estimular la participación privada con su capital y experiencia de gestión, a inversiones públicas y al fortalecimiento de empresas. Debe renovar la escuela e investigar y es significativa la mención de los institutos técnicos superiores que pueden ofrecer oportunidades de trabajo a millones de jóvenes.
Resuelta la secular cuestión de la gobernanza de la Recuperación atribuyendo la responsabilidad al Ministerio de Economía con la participación en particular de los dos nuevos ministerios de Transición Ecológica y Digitalización, Draghi se centró en las reformas, citando tres en particular: la de el PA. la del recaudador de impuestos y la de la Justicia.
Para todos ellos señaló un problema de método más que de objetivos concretos, afirmando que hay que moverse siempre con un plan general gradualmente como se hizo en su momento con la reforma tributaria estudiada por Bruno Visentini. No habló de la prescripción dado que en materia judicial se refirió a las indicaciones generales que nos llegan desde Bruselas ya las que no habían hecho caso hasta ahora.
Sobre el mercado laboral, se limitó a insistir en la necesidad de reforzar las llamadas "políticas activas" para reconvertir a quienes perderán su empleo dado que muchas empresas, ya previamente en crisis, no podrán resistir la furia de la pandemia. Y después de todo, incluso las contribuciones estatales (los llamados refrescos) tendrán que estar dirigidas a empresas que tienen buenas perspectivas de superación de la crisis, y no distribuidos a todos, incluso a los que ya están fuera del mercado.
Un gobierno con ideas muy innovadoras frente a los anteriores que, para evitar conflictos, se vieron obligados a una relativa inmovilidad. Y todavía Draghi también parece ser un fin político ya que se ha mostrado muy consciente de que todas las novedades que quiera aportar a nuestro sistema público y al funcionamiento de los mercados tendrán que pasar por la aprobación del Parlamento. Los partidos tendrán, pues, que encontrar la fuerza para cambiar sus métodos de funcionamiento, mirar menos al corto plazo, y al consenso inmediato, y dedicarse a poner en marcha aquellos cambios que puedan modificar nuestro destino para los próximos treinta años cuando, según la Unión Europea visión, tendremos que lograr cero emisiones.
Pero para ello, la opinión pública debe ser muy consciente de lo que está en juego y querer capitalizar los sacrificios realizados hasta ahora y que también habrá que hacer en los próximos meses, para construir una perspectiva de renacimiento más sólida y duradera.