Faltan pocas horas para el 2 de abril, el “Día de la Liberación”, como él lo llamó. Donald Trump, la fecha en la que la Administración estadounidense hará pública los términos de la nueva política tarifaria y regulaciones de importación en el mercado estadounidense. Los mercados financieros y los comerciantes finalmente podrán aclarar sus evaluaciones de los impactos económicos del nuevo orden trumpiano. Hanna C. Norberg es un economista sueco, fundador de TradeEconomista.com, consultor independiente de numerosos gobiernos y organizaciones internacionales. Ha trabajado para la OMC, la OCDE, el Ministerio de Finanzas de Suecia y sobre todo con el Comisión Europea sobre los diversos tratados de libre comercio que regulan las relaciones con las economías más importantes del mundo (Corea del Sur, Japón, Canadá, T-Tip con Estados Unidos).
La política arancelaria de Donald Trump está volviendo locos a los operadores económicos. ¿Puedes ver una estrategia clara o es un caos sin lógica?
Parece que la única estrategia tras la política comercial de la actual administración estadounidense es el caos y la afirmación de poder. Si bien este puede ser un enfoque de negociación eficaz en otros contextos, en el comercio global, donde las cadenas de suministro son complejas y se construyen a largo plazo, la incertidumbre que genera es extremadamente destructiva. Quizás incluso más dañina que los propios aranceles.
¿Qué podemos esperar, en términos de reacciones y contrarreacciones, en el comercio mundial durante los próximos meses?
Los aranceles tienden a afectar con mayor fuerza a la economía que los impone. Sin embargo, el coste económico de los aranceles y el riesgo de provocar reacciones hostiles disuadirán a muchos socios comerciales de tomar represalias inmediatas. La Unión Europea, como único socio comercial lo suficientemente grande como para soportar estas presiones, responderá con aranceles específicos, calibrados para desalentar nuevas agresiones.
¿Con qué estrategia?
El paquete de respuesta europeo se estructurará de forma que tenga un tamaño recíproco, con especial atención a ciertas zonas geográficas políticamente sensibles de Estados Unidos. Además, evitará centrarse en productos utilizados en la producción estratégica y se centrará en productos para los que sea fácil encontrar alternativas producidas fuera de Estados Unidos.
¿Qué economía sufrirá más esta fase de cierre del comercio global?
El colapso de las normas comerciales globales afectará con mayor fuerza a los países en desarrollo. Las economías más afectadas serán las más integradas con Estados Unidos, concretamente Canadá y México. Canadá no ha tenido más remedio que responder con decisión, mientras que la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, ha demostrado una firmeza sorprendente e impresionante.
¿Cómo afectarán los aranceles al crecimiento global?
El impacto será muy negativo. Importantes organizaciones internacionales, como la OCDE y el FMI, ya están revisando a la baja sus previsiones de crecimiento global y esta tendencia continuará en los próximos meses. Los modelos económicos en los que se basan estas previsiones nunca han contemplado medidas tan extremas, por lo que nos encontramos en un terreno desconocido en cuanto a la magnitud de estos shocks.
¿En su opinión, qué sectores industriales europeos tendrán que revisar sus organizaciones productivas?
En primer lugar, el acero, el aluminio y el sector automotriz. Sin embargo, la erosión de la confianza en las relaciones comerciales, además de los propios aranceles, tendrá repercusiones en toda la economía y en todos los sectores.
Al mismo tiempo, ¿habrá sectores productivos que puedan beneficiarse de este tipo de reducción de la globalización?
Cuando la situación se calme, algunos sectores o actores podrían salir fortalecidos, al menos en términos relativos. Es difícil hacer predicciones en este momento, salvo para aquellos sectores que se benefician de la incertidumbre, como los transportistas y los bufetes de abogados especializados en comercio internacional.
¿Volverá la inflación a ocupar un lugar destacado en Estados Unidos y la Unión Europea?
Acabo de asistir a un evento donde el ministro sueco de Comercio y Desarrollo sugirió cambiar el nombre del «Día de la Liberación» de Trump a «Día de la Inflación». Su razonamiento es indiscutible: Estados Unidos sin duda experimentará precios más altos debido a los aranceles y la menor competencia. Pero la incertidumbre y la interrupción de las cadenas de suministro representan un riesgo inflacionario para las economías de todo el mundo.
¿Cree que la Unión Europea puede encontrar una nueva vía de crecimiento industrial con políticas europeas de rearme?
El aumento del gasto público en rearme incrementará el PIB, con efectos positivos en la economía. Además, dado que Estados Unidos se percibe cada vez más como un socio y aliado fiable, las inversiones en este sector se dirigirán a empresas europeas en mayor medida que antes.
¿Una oportunidad también para una reorientación industrial y competitiva del sector automovilístico al servicio de los planes de inversión para el rearme?
“No veo una conexión directa entre los dos sectores, así que diría que no”.
En estas semanas de pelea mediática. La relación cada vez más complicada entre Trump y Europa ha dominado el debate. ¿Cómo se está reorganizando China?
No hay señales claras de reposicionamiento. El gobierno chino, probablemente para evitar tensiones con EE. UU., ha mantenido una postura cautelosa respecto a los aranceles. A pesar de las críticas de Trump a China durante la campaña electoral, no la está afectando con mayor dureza que a otros socios comerciales, lo que probablemente Pekín ve con buenos ojos. A nivel multilateral, los funcionarios chinos se manifiestan a favor de un sistema global basado en normas. Sin embargo, cabe señalar que el modelo económico chino se basa en las exportaciones y Pekín sigue incrementando la venta de productos subvencionados por el Estado, como los vehículos eléctricos, que están invadiendo el mercado global.
Y Europa…
Con el cierre del mercado estadounidense, estos productos fluirán a otros mercados, lo que no será políticamente sostenible a largo plazo. La UE ya ha abierto varias investigaciones antidumping contra China: si esta tendencia no se frena, la percepción global —no solo en Europa— hacia ella será cada vez más negativa.
Si tuviera que apostar por el futuro de Europa: ¿ganarán a corto plazo los impulsos más soberanistas y nacionalistas o ve margen para nuevos pasos de integración?
Es cierto que estamos presenciando un auge del nacionalismo en Europa, como en Hungría o en los recientes acontecimientos en Turquía. Sin embargo, la invasión rusa de Ucrania, que obligó a Suecia y Finlandia a unirse a la OTAN, y el abandono del apoyo estadounidense a Kiev, han provocado un aumento sin precedentes del gasto público europeo. La única manera de resistir a Trump es mostrar un frente unido. Tras el Brexit y el primer mandato de Trump, hemos observado una mayor disposición a colaborar e integrarnos en Europa, y creo que este es el lado positivo de toda esta situación.