Era el 15 de enero de 1968 cuando un violento terremoto de magnitud 6.5 devastó el Valle de Belice, arrasando la ciudad de Gibellina, del siglo XIV, y algunos pueblos de los alrededores. Ante la destrucción total de la ciudad, las autoridades decidieron no reconstruirla en el mismo sitio, sino fundar Gibellina Nuova a pocos kilómetros de distancia. El antiguo sitio de Gibellina fue abandonado, miles de familias vieron sus vidas cambiar para siempre, la economía, casi exclusivamente agrícola, sufrió graves repercusiones y los habitantes fueron realojados. La nueva Gibellina se convirtió en el laboratorio de un museo al aire libre: artistas, arquitectos e intelectuales fueron llamados a reunirse, desde Mario Schifano a Arnaldo Pomodoro, desde Mimmo Paladino a Leonardo Sciascia para contribuir a dar un nuevo rostro a la ciudad que se estaba reconstruyendo.
Alberto Burri, el gran artista que anticipó movimientos como el Arte Povera y el Nuevo Realismo, a través del uso de materiales nuevos y vanguardistas como la brea, el hierro, el moho, la madera, la tierra y la cola para la creación de sus pinturas matéricas, exponente de ese arte informal que rechazaba el arte figurativo y abstracto en favor de una nueva comunicación de la materia, se distanció audazmente del compromiso "reconstructivo" de sus célebres colegas.
Con los 80.000 m15 de Cretto Burri se ha relegado a la historia el recuerdo de la ciudad desaparecida con el terremoto del 1968 de enero de XNUMX.
Y creó visionariamente el gran Cretto sobre los escombros urbanos del terremoto, una obra que se extiende sobre aproximadamente 80 mil metros cuadrados, compuesta por bloques de hormigón en el suelo, de 1 metro y 60 de alto, y fracturas de dos a tres metros de ancho, como para transmitir a la historia la memoria histórica de la ciudad desaparecida bajo los escombros, para que nadie olvidara en el futuro el horror vivido por este maravilloso rincón de Sicilia pero al mismo tiempo para significar la vitalidad de una población golpeada en el tiempo por grandes tragedias pero que siempre ha sabido levantar la cabeza con el orgullo de su capacidad de resiliencia.
La proclamación de Gibellina como "Capital Italiana del Arte Contemporáneo" para el año 2026 por haber "entregado a la Italia de hoy un modelo ejemplar de intervención cultural, basado en valores y acciones que reconocen el arte como una función social y la cultura como un bien común, por su capacidad de planificación para reactivar su extraordinario patrimonio de obras, combinando memoria y futuro, conservación y valorización, atención a la ambición local e internacional en el presente; por su capacidad de involucrar a las nuevas generaciones y a todos los ciudadanos, cuestionando el territorio más amplio sobre la base de una conciencia cívica común", ha inspirado a uno de los más grandes chefs italianos, Pino Cuttaia, dos estrellas Michelin con su restaurante La Madia en Licata, un verdadero santuario de la gastronomía mediterránea y siciliana del más alto nivel, para crear un plato dedicado al gran Cretto de Burri, un verdadero homenaje a la fuerza del renacimiento y al valor de la memoria, compartiendo así en su plato la intuición y los valores del gran pintor y escultor de la Ciudad del Castillo.
Profundo intérprete de la identidad siciliana, Cuttaia siempre ha contado la historia de su tierra a través de la cocina, tejiendo sabores, paisajes e historias porque Cuttaia está ligada a esta tierra como la raíz de un roble centenario. En sus historias y por tanto en su cocina se mezclan filosofía de vida, costumbres ancestrales, viejas tradiciones, gestos, sabores, sensaciones, recuerdos, que consigue fundir en una síntesis armoniosa que se proyecta en un concepto de cocina que mira a lo nuevo, sorprendiéndote como un ilusionista con sus efectos. “Enamorado de su tierra –lo define la Guía Michelin–, evita los artificios para ir directo al corazón de la materia prima, a veces con técnicas más modernas, como la mozzarella y el tomate servidos al inicio de la comida de gran ligereza, otras veces con métodos más tradicionales: el cerdo negro de Nebrodi con salsa de tomate dominical es un ejemplo válido”.
Cuttaia: Quise transformar esa tragedia en un gesto dulce, en una caricia para no olvidar.
Y encontramos este amor en su homenaje al Burri, un postre simbólico, un gesto gastronómico que celebra la fuerza del renacimiento y el valor de la memoria. Para el chef, el paisaje no es sólo un telón de fondo, sino una inspiración constante, una herencia para contar en la mesa. «Quien cocina puede inspirarse en un paisaje amado y recrearlo en un plato. “Esto también es un gesto cultural”, dice.
Y es de este renacimiento que Cuttaia encontró la inspiración para un postre lleno de significado y que lleva el mismo nombre del lugar herido: una crema de almendras sobre bizcocho con licor de almendras, rematado con una auténtica reproducción a escala del Cretto, elaborado con pasta de almendras blancas. «El Cretto –añade el chef– es una señal en la tierra, una cicatriz que cuenta lo que sucedió. Quise transformar esa tragedia en un gesto dulce, en una caricia para no olvidar."
Restaurante La Madia
Filippo Re Capriata Curso, 22,
Teléfono: 0922 771443
Reservaciones: eltenedor.it