El círculo se estrecha en torno al Primer Ministro francés Michel Barnier cuyo gobierno ahora se está quedando sin tiempo y está al borde del colapso. El punto de inflexión se produjo hoy con el anuncio del líder de la extrema derecha, Marine Le Pen, para prepararse para presentar la temida moción de censura. Exactamente como lo había hecho el líder de la extrema izquierda en los últimos días, Jean-Luc Mélenchon. Una vez más, por tanto, el convergencias paralelas de populismos opuestos se encuentran y lo hacen ingobernable Francia, que no sorprende que haya registrado hoy uno de los peores resultados bolsa de Europa.
Le Pen acusa a Barnier de no haber aceptado las peticiones y sugerencias de su partido político sobre el presupuesto estatal, que debe tener en cuenta las estrictas normas de la Unión Europea. Pero se trata de argumentos engañosos porque el conflicto no gira en torno a los méritos de medidas presupuestarias individuales sino que es de carácter general y tiene en cuenta la intención de Le Pen de provocar una crisis de gobierno antes de que el poder judicial la haga inelegible para las próximas elecciones presidenciales por el uso de Reembolsos europeos a efectos de fiesta. Ahora veremos cuál es el Frente popular: si quiere apoyar a la extrema derecha de Le Pen para poner en dificultades a Barnier y al Presidente de la República Emmanuel Macron, incluso a riesgo de una grave crisis financiera, o si tendrá una oleada de responsabilidad y buscará otras (improbables) soluciones, reabriendo las puertas a una posible presidencia del socialista. Cazeneuve. La orientación del ex Jefe de Estado socialista parece ir en esta dirección, François Hollande, que ya ha dicho que no quiere aprobar ninguna moción de censura hacia el Gobierno. Pero Mélenchon parece inclinado a converger en la moción de censura de Le Pen.
Las próximas horas serán decisivas para Francia. La votación parlamentaria está prevista para el miércoles.