Deportistas gays, declaraos sin dudarlo. O al menos sin ningún reparo económico, dado que la propia Nike, el gigante mundial del patrocinio deportivo, comentó la salida del jugador de la NBA Jason Collins de la siguiente manera: "Admiramos el coraje de Jason y estamos orgullosos de que sea un atleta de Nike".
Sí, porque tras los escándalos de dopaje (el más reciente el del ciclista Lance Armstrong, que involucró a la marca coma) las grandes marcas deportivas ya no tienen miedo de patrocinar a uno o varios deportistas homosexuales. No tiene nada de malo aparecer con la camiseta de un jugador gay, mientras que es mucho peor hacerlo con la de un deportista injusto.
No tardó mucho en darse cuenta, pero ahora Nike lo ha hecho oficial, declarándose lista para recibir entre sus brazos a cualquier protagonista de los cuatro grandes deportes estadounidenses (baloncesto, béisbol, fútbol y hockey) que quiera próxima salida. Incluso antes de confirmar el trato con el pivote de los Washington Wizards, de hecho, la marca estadounidense ya había firmado con Brittney Griner, el primer jugador de baloncesto homosexual en convertirse en un testimonio de una importante marca internacional.
Cada vez más lejanos aparecen, pues, los tiempos en que La tenista checoslovaca Martina Navratilova, Hace 32 años, salió del armario y fue alejada como la peste por los patrocinadores. “En su momento yo era la única y la elección de declararme me costó al menos 10 millones de dólares en patrocinios”, declaró ella misma hace un tiempo con motivo de un acto de gala. “Las empresas la vieron como una inversión tóxica y arriesgada”, incluso explicó el gurú estadounidense del marketing gay, Bo Witeck.
Pero al parecer no sería solo una cuestión de imagen: de 1981 a 2013 las cosas cambiaron por completo, y la propia Nike hizo los cálculos antes de proceder con el giro “ético”. En efecto, pareciera que el deportista de diferentes inclinaciones sexuales está pasando de paria a gallina de los huevos de oro. De hecho, sólo en Estados Unidos viven 16 millones de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales, por un poder adquisitivo que ronda potencialmente los 800 mil millones de dólares. Más allá de la homofobia que lamentablemente aún persiste en muchos deportes, el de los gays se está convirtiendo así en un mercado cada vez más atractivo, como se resume perfectamente en informe de Bloomberg por Mark Cuban, propietario de la franquicia de la NBA Dallas Mavericks: “Un jugador gay es una mina de oro de marketing”.