Es demasiado pronto para sacar conclusiones sobre la crisis política francesa, pero las últimas horas sugieren que el viento finalmente está cambiando en París. Dos innovaciones, que obviamente esperan ser verificadas en el Parlamento, son las premisas de un posible punto de inflexión. El primero es el llamamiento a una "reconciliación nacional difícil pero necesaria" lanzado por el nuevo primer ministro encargado Francois Bayrou, quien siempre ha sido amigo del Presidente de la República, Emmanuel Macron pero piensa con la cabeza, como también se puso de manifiesto ayer en el acalorado enfrentamiento entre ambos en el Elíseo que desembocó en su candidatura. Un llamamiento nada retórico pero apoyado en la renuncia previa al controvertido artículo 49.3 de la Constitución que en determinados casos permite al Gobierno aprobar una ley incluso sin el voto favorable del Parlamento y que evidentemente es visto como humo y espejos por las oposiciones de la derecha y la izquierda. Precisamente esta apertura de Bayrou, finalmente respaldada también por Macron que le dio el mandato de primer ministro, reforzó la segunda novedad de la política francesa: la disponibilidad de socialistas (y también de los comunistas y los verdes) de no excluir a los "sin desconfianza" al nuevo Gobierno en ciernes, a pesar de los relámpagos y truenos del líder de La Francia Insumisa (LFI), Jean-Luc Mélenchon, cuyo maximalismo lo llevó al aislamiento y en comparación con el cual incluso Marine Le Pen resultó más flexible.
En Francia el viento político está cambiando: la clave es la desconexión de los socialistas de Mélenchon
Esta es la clave más importante de la situación política francesa: la esperada retirada de los socialistas, comunistas y verdes de Mélenchon, una retirada que aún debe ser verificada en el Parlamento y que no prevé su entrada en el Gobierno de Bayrou y que es oportuna. ligado y vinculado a los programas y composición del nuevo Ejecutivo, pero que en los hechos lo es. Además, Macron nombró a Bayrou precisamente para aliviar las tensiones e iniciar el diálogo con los socialistas. Todavía no estamos en el proceso de formar un gobierno de centro izquierda, que sería el único con los números necesarios para una mayoría parlamentaria autosuficiente, pero puede ser un primer paso para dar gobernabilidad a Francia sin exponerla a los continuos chantajes. de la "convergencia paralela de populismos opuestos". Estamos en las primeras pruebas de un posible nuevo rumbo y la aprobación parlamentaria del presupuesto será la primera prueba, nada sencilla, del nuevo Gobierno. Pero si todo va como parece, también será necesario revisar muchas de las críticas perjudiciales del presidente Macron, que por fin se acerca al "pacto republicano" invocado por el ex primer ministro. gabriel attal aceptando con Bayrou el paso sustancial de la república presidencial a Republica parlamentaria. Entre el sueño y la realidad suele ganar este último, pero esta vez finalmente se podría acortar la brecha entre lo deseable y lo posible. Para gran alivio de Francia pero también deEuropa y, para quien lo entienda, con un beneficio indiscutible también para elItalia que necesita a Europa como al pan.