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Zuppi, la lección de Camaldoli contra la insoportable levedad de la política actual

Hombre de paz y diálogo, el cardenal Zuppi, con motivo del aniversario del Código de Camaldoli y frente al presidente Mattarella, pronunció un discurso de apertura mordaz, lleno de tensión ideal, contra la miseria de la política actual. También por esta razón, Zuppi es del agrado de los demócratas católicos, pero también de los laicos.

Zuppi, la lección de Camaldoli contra la insoportable levedad de la política actual

¿Quién solía pensar en el Cardenal Matteo Zuppi sólo como protagonista religioso y civil en el escenario internacional, como lo ha sido y lo es desde que se convirtió en enviado de Francisco para la reanudación del diálogo de paz entre Rusia e Ucrania y la apertura de corredores humanitarios, debe cambiar de opinión. La esperanza de promover el canje de prisioneros y la repatriación de los niños ucranianos deportados a Rusia está siempre en el primer plano del pensamiento del presidente de la CEI y del próximo viaje previsto a China tras la visita al presidente estadounidense Joe Biden, y antes de eso un Kiev y Moscú, pero el cardenal nunca pierde de vista su Bolonia (fue de los primeros en expresar su satisfacción por la liberación de Zaki) ni Italia. Y aquellos que creían que el rasgo distintivo de Matteo Zuppi era sólo la mansedumbre, que su imagen transmite con naturalidad, debían tomar nota de que, cuando es necesario, el Cardenal también sabe ser mordaz. Como era el viernes en la ermita de Camaldoli ante el Presidente de la República, Sergio Mattarella, con el que la sintonía es muy evidente, para celebrar el 80 aniversario del célebre Código, nacido en julio de 43 por iniciativa de un grupo de intelectuales católicos que -ante el incipiente derrumbe del fascismo- ayudaron a sentar las bases de la futura Constitución republicana y de la reconstrucción económica. La recreación de gente como Ezio vanoni, Jorge la pira, aldo Moro y julio andreotti llevó a Zuppi a pronunciar un discurso de apertura condenando el actual sin apelación política, considerado con razón "epidérmico, a veces ignorante, del día a día, con pocas visiones, marcado por intereses modestos pero muy acentuados y muy polarizados". El desastre de la política actual surge, según Zuppi, del "divorcio entre cultura y política" y "debemos desconfiar de tal política pero acabamos siendo víctimas, atrapados en el engaño de la competencia digital que no significa en absoluto capacidad y conocimiento de los problemas". Más picante que eso, pero también más decidido que eso en dar una sacudida al molino muerto de la política actual en Italia y en Europa, Zuppi realmente no podría ser. Pero –aquí está la tercera novedad– es precisamente esta capacidad de hablar claro y de llegar al fondo de los problemas sobre la ola de una altísima tensión ideal lo que hace de Matteo Zuppi un inequívoco referente civil y moral no sólo para los católicos sino también para los laicos. Apenas unos días antes, las palabras del cardenal en memoria de otra gran figura del catolicismo democrático como monseñor Luigi bettazzi (los mayores recordarán su valiente carta de julio de 1976 al secretario del PCI, Enrico Berlinguer) fueron música para los oídos de los católicos, pero ciertamente también de los laicos, especialmente cuando Zuppi habló del difunto obispo emérito de Ivrea como un "gran testigo de paz y un hombre de diálogo" y como un hombre "que nunca dejó de soñar". Imposible no aplaudir a Matteo Zuppi.

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