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El turismo vuelve a sufrir con la variante Omicron

La cuarta ola corre el riesgo de socavar la recuperación del sector que más ha sufrido los efectos de la pandemia – Giuseppe Arleo (Competere.eu): “Las empresas están en riesgo. Es una señal que no debe subestimarse".

El turismo vuelve a sufrir con la variante Omicron

Il turismo vuelve al ojo del Covid-ciclón. “El aumento de contagios por nueva variante Omicron y las medidas de contención necesarias para frenarlo, corren el riesgo de poner de rodillas al turismo, un sector que sigue sintiendo los efectos -más que otros- de las repercusiones económicas vinculadas a la pandemia. La morosidad en el sector del alojamiento y la restauración volvió a aumentar en octubre: es una señal que no debe subestimarse”. El coordinador del Observatorio Next Generation de Competere.eu, Giuseppe Arleo, dio la voz de alarma durante la presentación del análisis realizado por el think tank sobre la morosidad bancaria para el sector turístico.

Se suponía que sería la primera Navidad de una recuperación real para el sector. Pero el aumento de contagios y las nuevas restricciones (aunque leves en comparación con 2020) han vuelto a traer el coco a todo el mundo. Todo esto se ha traducido en numerosos cancelaciones de reservas en establecimientos de alojamiento que se encuentran reviviendo el déjà vu del año pasado, especialmente los de invierno. Las nuevas medidas restrictivas corren el riesgo de hacer que los préstamos morosos vuelvan a aumentar en un sector ya gravemente afectado.

“La propagación de la variante Omicron y el consiguiente aumento de contagios –declara Arleo– corren el riesgo de retroceder en el tiempo hasta el año pasado cuando la tercera oleada, iniciada en octubre, obligó a reforzar las medidas de contención de la Covid y al cierre de algunos áreas y actividades con un impacto negativo en el desempeño de la economía. Hoy corremos el mismo riesgo, que puede ser fatal para muchas empresas que aún no se han recuperado del impacto de la crisis de la pandemia”, agregó Arleo.

A continuación, el coordinador de Competere recordó cómo las medidas introducidas para limitar la propagación de la infección la primavera pasada dieron lugar a "un colapso de la economía (El PIB disminuyó casi un 19% en el acumulado de los dos primeros trimestres) con efectos devastadores en el sistema productivo italiano (-50% de caída de la producción industrial solo entre marzo y abril). Y que “la brusca caída de la facturación, que en algunos sectores casi ha desaparecido, ha afectado dramáticamente a las empresas, con un impacto extremadamente heterogéneo, también por la selectividad de las medidas para contener el contagio”.

Ante el desplome de la facturación provocado por la pandemia, Arleo ha destacado que el Gobierno "ha adoptado diversas medidas destinadas a apoyar la financiación empresarial, como avales y moratorias de préstamos". Pero esta vez puede que no sean suficientes.

ladeuda corporativa aumentado, especialmente para aquellos sectores que se han visto afectados por la crisis de la pandemia como el de hostelería, restauración pero también el comercio y la automoción, que ante la reducción de caja han tenido que recurrir en mayor medida al crédito. Solo en 2020, los préstamos al sector de alojamiento y restauración aumentaron en 6 millones de euros (el stock de préstamos fue de 27 millones de euros en 2019) frente a flujos de caja negativos de más de 10 millones de euros. A octubre de 2021, el stock global de deuda con el sector asciende a algo más de 37 millones de euros.

Entonces, el situación patrimonial se deterioró significativamente, con riesgos para la capacidad de inversión y solvencia en el mediano plazo. Los años de flujo de caja necesarios para pagar deuda se han más que duplicado en varios sectores, por ejemplo “para el sector de alojamiento y restauración se ha estimado un aumento a 5,9 años”.

“El efecto conjunto de la caída de los beneficios y el aumento del endeudamiento -explicó Arleo- ha debilitado la estructura de capital de las empresas, empeorado su solvencia y aumentado el riesgo de insolvencia. Según Istat, después de la fase aguda de la pandemia, alrededor del 45% de las empresas italianas están estructuralmente en riesgo de cierre; la situación es especialmente alarmante para las empresas del sector de la hostelería, ya gravemente afectado por las medidas implantadas en el último año y medio. Entre estos, el riesgo de insolvencia asciende al 78% en el sector de la hostelería y al 95% en el sector de la restauración”.

A pesar del buen comportamiento de los meses de verano, el sector turístico aún no se ha recuperado de la caída de la facturación registrada en 2020. Y la cuarta ola corre el riesgo de ser fatal para muchas empresas. La morosidad en el sector del alojamiento y la restauración sigue siendo alta y sube en octubre respecto a septiembre, por primera vez en cerca de un año: ascienden según Banco de Italia a 1,53 millones de euros desde los 1,51 de septiembre, aunque alrededor de un tercio menos que hace un año (era 2,3 en octubre de 2020, como se puede ver en el gráfico). Son préstamos cuyo cobro no es seguro para los bancos e intermediarios financieros que han concedido el préstamo por encontrarse los deudores en estado de insolvencia o en situaciones comparables.

Si por un lado las políticas implementadas durante 2020 tenían como objetivo evitar el colapso de empresas en crisis de liquidez, ahora “el objetivo de la política debe centrarse en la riesgo de insolvencia”. La posible insolvencia "constituye el principal problema del sistema productivo italiano" y "aumenta las tensiones tanto en los balances bancarios como en las relaciones banco-empresa", añade Arleo.

“En respuesta a este riesgo, el Gruppo dei Thirty, del cual Mario Draghi es copresidente, había pedido que se tomaran medidas en tres direcciones: fomentar el fortalecimiento del capital a través de la captación de capital privado; promover la rapidez y eficacia de los procesos de reestructuración de deuda de empresas con perspectivas de recuperación, con el fin de garantizar la continuidad de las actividades empresariales y mejorar los procedimientos de gestión de crisis empresariales”, concluye el coordinador del Observatorio de la Nueva Generación de Competere.eu.

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