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Argentina, el nuevo desafío de Kirchner: transformar el crecimiento en desarrollo

La candidata peronista ganó las elecciones en primera vuelta, con más del 53% de los votos, lo que le aseguró una clara mayoría en la Cámara y el Senado. En los próximos años deberá dar respuestas concretas al problema de la inflación, la seguridad pública y el contagio de la crisis de la deuda europea

Argentina, el nuevo desafío de Kirchner: transformar el crecimiento en desarrollo

En estas últimas elecciones, Cristina Fernández de Kirchner mostró al mundo la fuerza del kirchnerismo, a partir del agradecimiento de los argentinos por el crecimiento tras la difícil crisis de 2001. La pareja K -no es casualidad que Cristina quisiera compartir el momento de la victoria junto a su esposo Néstor, fallecido el pasado 23 de octubre- se ha convertido en un símbolo para más del 53% de la población argentina. su politica, que no se prepara para cambiar salvo quizás a nivel económico, se basa en los tres pilares del peronismo: verticalismo, centralismo y populismo.

Cristina tiene una amplia apoyo de diferentes sectores de la población. Las clases bajas votaron por ella y, gracias a las nuevas ayudas sociales -desde el cheque universal garantizado por cada nacimiento hasta los subsidios para los hijos de los desempleados- han visto descender la pobreza en 4 puntos porcentuales desde 2007; las clases medias, que finalmente se sienten redimidas de las fuertes pérdidas sufridas con la crisis de 2001 – con un crecimiento anual del consumo del 4% y muchos salarios estatales subieron más que la inflación. Obviamente obtuvo el apoyo de los sindicatos, que siempre han estado ligados al peronismo. Incluso algunos miembros de la clase alta, y sobre todo los dueños de las minas, que disfrutan de exenciones fiscales excesivas, apoyan al kirchnerismo. Gracias al aumento de los precios de las materias primas, los productores de soja, que siempre han estado en desacuerdo con los Kirchner, han reducido su lucha contra Cristina en los últimos años. Finalmente, "la presidenta" pudo contar con el apoyo de artistas e intelectuales gracias a los ingentes fondos que ha destinado a la cultura en los últimos años.

Así que la oposición se quedó con una porción demasiado pequeña para conquistar. Uno de los cuatro opositores, el justicialista-peronista Duahalde, a pocos días de las elecciones admitió que Argentina ha experimentado crecimiento económico hasta ahora desconocido – nueve años consecutivos – pero que “este aumento del PIB se debió principalmente al aumento del precio de las exportaciones y no a la mejora del sistema productivo”.

Y este es precisamente uno de los principales. Retos que le esperan al Gobierno de Cristina: mejorar la producción y no seguir subsidiando el consumo; combatir la inflación (alrededor del 20%) que corre el riesgo de apreciar demasiado el tipo de cambio real y reducir así el superávit de la balanza comercial, una de las principales fuentes de ingresos del país; evitar la fuga de capitales; mejorar la situación de la seguridad pública – la tasa de homicidios se ha mantenido sin cambios desde 2004 en 5,5% por cada 100 habitantes (Estados Unidos está en 4,8% e Italia en 1%); finalmente para hacer frente al contagio de la crisis de la deuda europea, que ya ha obligado a su vecino Brasil a devaluar el real un 18% y ya ha provocado un descenso en los precios de algunas materias primas.

Una de las grandes expectativas políticas se refiere precisamente al nombramiento del nuevo ministro de economía, ya que el actual, Amado Boudou, pasará a ser vicepresidente. Sobre todo para ver si será una figura dotada del carisma suficiente para devolver al ministerio el poder que históricamente siempre se le ha atribuido. Y que con Néstor Kirchner se había oscurecido tras el protagonismo de la telefonista del exmarido de Cristina. Entre los candidatos figura la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcò del Pont, una economista heterodoxa de 52 años, que ya puede contar con la confianza de Cristina; Débora Giorgi, actual ministra de Industria; Hernàn Lorenzino, un joven exsecretario de Hacienda de 39 años; Diego Bossio, que dirige la Seguridad Social; Roberto Feletti, actual Viceministro de Economía.

Uno de ellos trabajará junto a Cristina durante los próximos cuatro años. Tendrán que ser capaces de transformar este enorme crecimiento en desarrollo sostenible. De lo contrario, los argentinos seguirán viviendo la idea ilusoria de una redención del pasado que, sin embargo, tarde o temprano mostrará la insostenibilidad de su modelo.

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