Veinte días después de su celebración, no es un juego de azar decir que 2021 será recordado como un año de éxitos indiscutibles para la Gobierno de Mario Draghi, que se ha convertido en un modelo para toda Europa por la eficacia de su plan de vacunación anti-Covid, que ha devuelto el crecimiento del PIB (+6,3%) a los niveles del milagro económico de los años 50 y 60 y que -con la autoridad personal del primer ministro sino también con su compromiso con las reformas- convenció a Europa de conceder a Italia 200 millones de euros para salir de la crisis de la pandemia.
Pero 2021 también será recordado por el increíble gol en propia puerta que el sindicato, o al menos el CGIL y uil – se infligió organizando una huelga general improvisada contra un gobierno que ha hecho mucho a nivel económico, social y de lucha contra la pandemia y que nunca ha cerrado las puertas del diálogo con los interlocutores sociales, sin por ello abdicar de su papel de liderazgo de la país.
Es una pena que la CGIL y la UIL hayan sacrificado también la unidad de acción con la Cis, que inteligentemente evitó el encontronazo con Draghi, para promover uno sciopero generale como la del 16 de diciembre que no tiene ningún fundamento plausible, no sólo porque los logros del Gobierno están a la vista de todos sino porque la mesa de debate sobre pensiones, fiscalidad, políticas laborales e industriales nunca se ha cerrado.
Farisaicamente el secretario de la CGIL Landini -cuyas volteretas en el Paso Verde quedan en la memoria reciente y en la un poco más lejana su reticencia a firmar contratos cuando estaba al frente de los metalúrgicos de la Fiom- afirma ahora que la huelga no es tanto contra el Gobierno sino contra los partidos que han frenado la voluntad de diálogo del primer ministro. Curioso argumento que hubiera requerido una batalla apremiante contra las partes pero que no explica por qué la conclusión de tan confuso razonamiento se traduce en un golpe contra el Gobierno que ha hecho todo lo posible e imposible para sacar al país de la dificultad y que -cuando abandona la escena, con suerte lo más lejos posible; se arrepentirá durante mucho tiempo.
En las décadas de XNUMX y XNUMX, una amenaza de huelga bastaba para derribar gobiernos; hoy, por el contrario, una huelga general infundada corre el riesgo de condenar a los sindicatos a la irrelevancia política.
Pero si el gol en propia puerta de Landini es sólo un nuevo golpe a la falta de credibilidad que hoy tiene la CGIL en el país y que una vez más revela falta de visión y previsión, más asombrosa aún es la línea miope y extremista del pequeño Uil. que, desde cuando Jorge bienvenido dejó la secretaría general en 1992, perdió totalmente la inspiración laica, reformista y autonomista que siempre ha caracterizado su historia. "Esta movilización general -dijo el otro día Benvenuto a la prensa- sancionaría una ruptura de la que nadie saldría victorioso y mucho menos el país". Sabias palabras que la CGIL y sobre todo la UIL harían bien en escuchar antes de dar más pasos en falso.
Mi señora
Que artículo tan sesgado. ¿Reactivación económica? ¿PIB superior al 6% y comparable al milagro económico de los años 60? quien escribe el artículo debe ser un poco ignorante dado que los salarios prácticamente se duplicaron entonces. Los trabajadores también compraron apartamentos solo con atrasos. Ahora con la ridícula reforma fiscal, las prestaciones del Irpef de media por trabajador están entre 200 y 900 euros (te puedes comprar una casa de Barbie). Eso sí. toda farsa
Todo lo contrario.. perdí una apuesta para escribir este artículo.. no hay otra explicación
Pero todavía no entiendo un sindicato que representa en gran medida a los jubilados.
No es cierto que fuera Draghi quien obtuviera los 200 millones de Europa, pero sí fue Conte.