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El azúcar italiano está desapareciendo: por eso

La producción de azúcar en Italia ahora cubre solo el 12% de las necesidades porque los precios y los márgenes en el sector han caído fuertemente - La opinión de Gallarati Scotti Bonaldi, presidente de la ANB

El azúcar italiano está desapareciendo: por eso

cuando necesitan azúcar, los italianos no se preguntan de dónde viene el café que se añade al café oa cualquier otro alimento. ¿Y qué sabe el italiano medio sobre esta materia prima utilizada por chefs y pastelerías, pero sobre todo por la industria alimentaria y enológica, química, farmacéutica y otras?

Si por que de azúcar en nuestro país ya casi no hay más. ante un consumo promedio de 7 kilos por año por familia, para un total de 1,6 millones de toneladas, la producción de 2018 se detuvo en 190 mil toneladas: ni siquiera el 12% del requerimiento. Y dado que la caña cruda siempre ha venido del trópico, cada vez falta mas la blanca, extraído de la remolacha.

“Este año las siembras empezaron temprano, gracias al buen tiempo también están casi terminadas y se refieren a un área total de unas 30 mil hectáreas”, dice el presidente de la ANB, Giangiacomo Gallarati Scotti Bonaldi. Mil hectáreas más que en 2018, a pesar de que Sadam, empresa del Grupo Maccaferri, ha decidido este año suspender la elaboración en su ingenio azucarero de San Quirico, en la provincia de Parma. Dejando la remolacha transformada únicamente al Grupo Coprob, en las dos fábricas de Minerbio (Bolonia) y Pontelongo (Padua).

“Los precios para los agricultores -explica el presidente de la ANB (Asociación Nacional de Cultivadores de Remolacha)- gracias a las ayudas acopladas de la Unión Europea este año se acercan a los 700 euros la hectárea”. Y en base a convenios trienales, se incentiva a los productores con premios adicionales para diversificar y destinar parte de las superficies a la agricultura ecológica, así como a la producción de biometano y celulosa para la ganadería. “El problema –añade Gallarati Scotti– es darle futuro a este sector en Italia, porque los costes de elaboración siguen siendo elevados y el mercado mundial del azúcar, tras el desplome de los precios del año pasado, sigue reduciendo los márgenes de rentabilidad de la cadena productiva”.

Los números son conocidos. Y despiadado. Antes de la reforma de la UE de 2005, en Italia se cultivaban casi 250 hectáreas de remolacha, que se procesaban en 19 fábricas de azúcar. Y a pesar de las inversiones realizadas para mejorar las plantas, las empresas azucareras cerraron o diversificaron sus actividades en pocos años. Pero el precio de referencia del azúcar entonces volaba por encima de los 630 euros la tonelada, ahora se sitúa en 404 euros. Mientras que el precio en el mercado internacional el año pasado se derrumbó a 320.

Por supuesto, si Italia llora, Europa no se ríe. Y según Unionzucchero, la ligera recuperación de los precios registrada en los últimos meses no da garantía de sostenibilidad económica ni siquiera a los azucareros del Viejo Continente. Las cuales, después de haber presentado ya los estados financieros de 2018 en números rojos, han anunciado importantes planes de reestructuración y cierre de fábricas en Francia, Alemania y Polonia, obligando a miles de remolacheros a optar por la siembra de otros cultivos.

Un cuadro negativo que siguió al final del régimen de cuotas de producción -archivado definitivamente después de 50 años, el 2017 de octubre de 25- pero que también es fruto de un aumento de las siembras en Europa central de hasta un 50 por ciento. El año pasado, gracias a las altas temperaturas, la producción en Francia y Alemania registró un aumento de alrededor del XNUMX por ciento.

La crisis del sistema está ahora sobre la mesa en Bruselas. El 19 de marzo, el Grupo de Alto Nivel de Azúcar se reunirá nuevamente para evaluar las intervenciones urgentes de la Comisión de la UE, a corto y mediano plazo, en apoyo al sector. “Las empresas italianas -explica el director de la Unión, Patrick Pagani- ya se habían preparado para afrontar esta crisis invirtiendo en azucareras, aumentando su capacidad productiva y reduciendo su consumo energético. Incluso a nivel agronómico, la cadena de suministro se ha equipado con foco en las mejores prácticas, la innovación y la identificación de nuevos productos, como el azúcar orgánico, que garantiza una mejor remuneración y atiende las nuevas demandas de los consumidores”.

Huelga decir que para Italia es un último y casi desesperado intento de mantener viva una cadena de suministro de remolacha azucarera reducida al mínimo. “El objetivo – agrega Pagani – es mantener el valor del producto nacional en la zona, en cumplimiento de las normas sociales y ambientales, y no depender completamente de la volatilidad de los precios en los mercados mundiales. Por eso, teniendo en cuenta que el 80% del azúcar producido se destina a la transformación en dulces y bebidas, los acuerdos de cadena de suministro que implican la primera transformación y los usuarios del azúcar son necesarios para tener una remuneración justa del producto 100% italiano”.

Una apuesta que el Grupo Coprob de Bolonia, único jugador que quedó encarrilado este año, ya tiene previsto asumir con los productos de alta calidad bajo las marcas “Italia Zuccheri” y “Nostrano”.

La cooperativa de autotransformación -5.600 fincas que producen remolacha en 30 hectáreas, dos ingenios azucareros, 500 empleados y una facturación en torno a los 200 millones- ya ha invertido 160 millones para modernizar las plantas. Pero ahora, como dice el presidente, Claudio Gallerani, se necesitan dos condiciones: “La autorregulación de la producción que tenga en cuenta el precio de referencia mundial y un plan nacional del sector azucarero, además ya trazado y listo en las mesas del Ministerio de Agricultura”. Políticas. En 2020 apuntamos a un aumento del 40% en la siembra”.

Por lo demás, reflexiona el gerente general de Coprob, Stefano Dozio, “estamos ante una historia esquizofrénica: por un lado, los llamados de los últimos años a reducir el consumo de azúcar en las dietas; por otro lado, los precios de esta materia prima que han caído un 30% en tres o cuatro años. Y esto mientras cinco multinacionales gobiernan el mercado mundial del sector”. Más que arroz amargo.

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