“Un manifiesto corporativo para salvar Italia”. Esta es la nueva iniciativa lanzada por la presidenta de Confindustria, Emma Marcegaglia, que habló hoy en la asamblea de industriales toscanos en Florencia. El texto, que se compilará próximamente, contendrá las reformas consideradas fundamentales por Viale dell'Astronomia para la recuperación económica de Italia.
“Si el Gobierno está dispuesto a hablar con nosotros, bien –especificó Marcegaglia-. Si, por el contrario, quiere seguir adelante con cosas pequeñas, ya no estamos disponibles, dividimos nuestras responsabilidades, porque queremos un cambio real".
En detalle, los industriales piden una reducción del gasto público que no recurra exclusivamente a recortes lineales y una "reforma de las pensiones que nos ponga a la altura de otros países europeos". Los fondos así ahorrados deberían utilizarse para "reducir la cuña fiscal, empezando por los jóvenes". También sería necesario vender algunos bienes públicos "para reducir la injerencia del público, que sigue siendo demasiado fuerte y arrastra clientes, además de hacer competencia desleal".
En cuanto a las autoridades fiscales, es vital "bajar los impuestos a los que hacen funcionar el país, los trabajadores y las empresas". Por boca de su representante, los empresarios dicen que están "preparados hasta para un patrimonio pequeño para tener menos impuestos".
Otros capítulos del manifiesto que se está redactando estarán dedicados a cuestiones que siempre han estado especialmente cerca del corazón de los industriales, como liberalizaciones y desarrollo de infraestructura.
Pasando del plano económico al político, Marcegaglia se quejó de la "falta de liderazgo a nivel europeo". Si los gobiernos continentales no tienen "la capacidad de superar sus respectivos nacionalismos", todo "lo que hemos hecho por la Unión Europea corre el riesgo de no quedar en pie".
Pero las palabras más duras, como desde hace unas semanas, el presidente de Confindustria se reserva para el ejecutivo italiano. “Queremos una discontinuidad real –reitera una vez más– y la queremos rápido: basta de pequeñeces, ya no estamos dispuestos a quedarnos en un callejón sin salida, en el que nos las arreglamos y en el que nos limitamos a hacer algún mantenimiento menor. ”. En tiempos de grandes interrogantes, la duda más apremiante de Hamlet es una sola: “Tenemos que mirarnos y preguntarnos si queremos volver a crecer”.