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Unión bancaria, Italia y Francia comparadas

"La unión bancaria, una herramienta para reinventar Europa", dice el comisario de la UE Michel Barnier - "Pero atención a cómo se ven las reformas, el nacionalismo y el populismo proliferan cada vez más", observa el ex primer ministro Mario Monti - Debate en la Embajada de Francia.

Unión bancaria, Italia y Francia comparadas

Tome dos líderes europeos, ambos con pedigríes respetables. Varias veces ministro más allá de los Alpes, uno, ex primer ministro de este lado del Mont Blanc, el otro. Comisario europeo de Mercado Interior y Servicios actualmente en funciones (y en el pasado reciente de Políticas Regionales) uno, excomisario europeo de Competencia y ahora senador vitalicio el otro. Y los invita a discutir las perspectivas de la naciente unión bancaria. En otras palabras, como decía Michel Barnier, “nuestro mayor proyecto común después del euro, un proyecto importante si se tiene en cuenta que en los últimos cinco años el 11% del producto interior bruto de la Unión Europea se ha destinado a garantías y subvenciones para salvar el sector bancario”. Pero también, como apunta el otro, Mario Monti, “un cerrojo para hacer avanzar las instituciones comunes y derrotar la oleada abrumadora de populismo”.

E invito a estos dos líderes a intercambiar sus respectivos puntos de vista sobre la unión bancaria en Roma, en un salón del Palacio Farnese, un edificio cuya construcción también incluyó a Miguel Ángel, durante muchos años la prestigiosa sede de la embajada francesa. Donde el "terrateniente", el embajador Alain Le Roy, los presenta ante un público atento, con embajadores de otros países en primera fila, el personal de la Comisión Europea en Roma en segunda fila, y dispersos entre el resto de banqueros, empresarios, universitarios. profesores, estudiantes, periodistas.

Barnier asertivo y optimista. “Después de cinco años de crisis –dice–, los europeos estamos ante la hora de la verdad. Podríamos resignarnos, argumentar (como los populistas de derecha e izquierda) que los grandes logros de la construcción europea han quedado atrás y atribuir toda la responsabilidad a Bruselas por todo lo que está mal. Pero también podemos rechazar el fatalismo, decir que todavía tenemos grandes cosas que construir juntos y que volveremos a levantarnos más fuertes que antes, afirmar nuestra voluntad de avanzar y reinventar Europa. Este es el camino que hemos elegido, un camino que pasa por la creación de la Unión Bancaria, el punto de partida de una nueva ambición para Europa: construir el aspecto económico de la Unión Monetaria”.

Monti reflexivo y concreto. “Habíamos montado un pacto por el crecimiento –dice– en un contexto desprovisto, al menos en parte, de estabilidad financiera; y por tanto expuestos a las consecuencias de la volatilidad de los mercados financieros. Así, hace un año, la Unión Europea se encontraba en el ojo de una tormenta financiera de una violencia inaudita, por lo tanto en un estado de debilidad que estuvo en el origen de la crisis de confianza en el euro. Una crisis a la que Europa ha respondido lenta pero también extraordinariamente rápida. ¿Como? Acelerar el proceso de transferencia de otras 'rebanadas' de soberanía nacional a la Unión Europea”.

“No ha pasado mucho tiempo –aclara el senador vitalicio– desde que los principales países europeos se opusieron a un refuerzo de las competencias de Eurostat encomendándole la tarea de 'revisar la piel' de las cuentas de los estados miembros. Hoy, sin embargo, la supervisión preventiva del Comisionado de Asuntos Económicos se acepta sin rechistar. Un punto de inflexión a través de un enfrentamiento que no vio ganadores ni perdedores. Es más fácil dar pasos significativos hacia una mayor integración en tiempos de crisis. Siempre sucede así".

“Debemos poner en marcha cuanto antes la creación de la unión bancaria -recomienda el comisario de Mercado Interior y Servicios- para gobernar juntos la principal fuente de financiación y al mismo tiempo la principal fuente de riesgo de los estados europeos. ¿Por qué? Porque los bancos financian el 75% de la economía europea. Pero también porque de esta forma será posible financiar mejor los proyectos empresariales, reducir las brechas entre los estados más frágiles y los más saludables, fortalecer la credibilidad del sector bancario, contener la fragmentación de la Eurozona, mejorar la capacidad de financiación de las entidades de crédito la economía real, cortar el vínculo perverso entre las dificultades de los bancos y la deuda de los Estados”.

En este punto del debate, la referencia a la perspectiva de los Estados Unidos de Europa es inevitable. Barnier se lo piensa cuando, tras precisar que los próximos pasos tras la unión bancaria tendrán que ser la integración fiscal y social. Y subraya que “en ese punto habrá que ir más allá. Empezando por una cooperación reforzada".

Pero, desde esta perspectiva, el embajador alemán, sentado en la primera fila, se está conteniendo. Con la esperanza de un debate sobre el futuro de Europa en el que los parlamentos nacionales deberían asumir un papel más importante. Hipótesis que no encaja con la estrategia de Barnier que vería bien una Europa construida “desde abajo”; con una implicación directa más intensa de los ciudadanos. En definitiva, esto demuestra que el “sitio de construcción” de la reforma sigue abierto y que los políticos deben aprender a tratar con los ciudadanos diciendo siempre la verdad”.

“Sí, pero tenga cuidado al presentar los objetivos. Por ejemplo, hablar de unos Estados Unidos de Europa para subrayar la urgencia de la unión bancaria –observa Monti– podría ser contraproducente en un momento en el que el nacionalismo y el populismo ganan cada vez más adeptos”. El objetivo, por tanto, parece entenderse, sigue siendo una integración europea más estrecha. Pero hay que conseguirlo poco a poco.

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