El martes 5 de octubre, el consejo de administración de la Rai aprobó la emisión de uno nuevo bono por valor de 300 millones que se emitirá a finales de año. Esta es la segunda operación económica de este tipo que lanza la empresa pública de radiodifusión tras la anterior realizada por Luigi Gubitosi en mayo de 2015 por valor de 350 millones. En su momento, esta operación se consideró un gran éxito y con un cupón esperado del 1,5% obtuvo de inmediato un importante interés de los inversores, que realizaron solicitudes que superaban en cuatro veces el valor total inicial, superando los mil 800 millones de euros. La emisión estaba dirigida, por un lado, a aligerar la deuda lastrada por elevados tipos de interés (superiores al 4%) y, por otro lado, a abordar los problemas de reestructuración de los activos inmobiliarios de la Compañía con una importante cuota de liquidez.
La transacción de bonos de 2015 siguió por un año a la cotización de RaiWay, la empresa propietaria de las redes de transmisión de señales de Rai, que también aportó una parte sustancial de las ganancias a las arcas de Viale Mazzini contra la venta de una parte sustancial, el 30% de sus activos. .
De las transacciones anteriores se conocían todos los detalles, premisas y destino de los bonos recaudados en el mercado, mientras que en lugar de este actual, por el momento, solo sabemos lo informado por la agencia ADN que dice que se trata de un pregunta de "un préstamo de bonos a cinco años" y que "el mercado decidirá la tasa específica para el próximo bono Rai en el momento de la emisión". Ahora bien, hay que decir que la empresa pública de radio y televisión se encuentra ante una encrucijada económica y financiera muy delicada. En las últimas semanas, el MISE ha "sellado" el Plan de Empresa 2018-21 con el que le gustaría embarcar a Rai hacia esa "empresa mediática" que lleva tiempo debatiendo. Este Plan (aún a la espera de la validación no vinculante por parte de la Comisión Parlamentaria de Supervisión que podría expresar "direcciones" aún no muy claras) descansa sobre una arquitectura de recursos por valor de unos 500 millones, repartidos entre los dedicados al desarrollo de iniciativas estratégicas por 370 millones (incluyendo las obligaciones del contrato de servicios: lengua inglesa y canales institucionales) y recursos para el financiamiento de iniciativas estratégicas por aproximadamente 130 millones. Como hemos escrito a menudo en FIRSTonline, se requiere que Rai haga mucho frente a los recursos que tienden a ser estables en términos de tarifas de licencia y disminuyen en términos de publicidad.
Con estas premisas, no queda nada claro, por el momento, cuáles son los fines del bono Rai 2019. Por un lado, como afirman algunas fuentes a las que cuestionamos, los nuevos recursos habrá que destinarlos a "pagar" los préstamo anterior y “mantener la línea de crédito abierta”; otros argumentan en cambio que podrían estar destinados a soportar la fragilidad del plan industrial de una manera más robusta frente a nuevos cargos de gastos que aún no son del todo previsibles tanto en términos de cumplimiento tecnológico como en términos de compromisos editoriales.
Finalmente, todo ello forma parte de una "apuesta" política y económica muy importante: la contenida en el programa del actual gobierno, que prevé, en su punto 11, la reforma de todo el sistema de telecomunicaciones y por tanto la redefinición de la peso de los sectores individuales, de las cuotas de mercado, de las potentes novedades que se produjeron desde la anterior Ley Gasparri de 2004 y desde el posterior Decreto Romaní de 2007 hasta la actualidad con la rampante OTT. Mientras tanto, se ha desatado una tormenta en el mercado audiovisual con resultados aún impredecibles y el corazón de la competencia está en los recursos económicos que podrán emplear los distintos contendientes.