Érase una vez la “locomotora de Europa”. Érase una vez Alemania de austeridad y de presupuesto equilibrado como regla de oro. Un país que, incluso frente a las crisis más oscuras que derribaron a una serie de superpotencias, nunca vaciló y se mantuvo estable y firme sobre los cimientos construidos después de la reunificación. Luego vino la pandemia de Covid, la invasión rusa de Ucrania, la recesión económica y la crisis política resultante que llevó al país a elecciones anticipadas. Pero la gota que colmó el vaso vino del extranjero: El regreso de Donald Trump en la Casa Blanca, que en un mes y medio ya ha trastocado la estructura política y económica mundial.
En este punto, los dirigentes alemanes, antiguos y nuevos, parecen haber tenido una epifanía: salir de las dificultades, Alemania necesita reconstruirse. Una vez más. Y los anuncios hechos en las últimas semanas parecen querer ir en esa dirección. Una sobre todas: la propuesta de la CDU y el SPD, los dos partidos que formarán la Gran Coalición sobre la que se basará el nuevo Gobierno, de cambiar la Constitución modificando una de sus leyes más conocidas: la freno de deuda, El freno de la deuda lo que obliga al país a mantener un presupuesto equilibrado. Y si a esto añadimos el discurso de Olaf Scholz en el Consejo Europeo extraordinario, en el que el canciller saliente anunció que quería Cambiar también el Pacto de Estabilidad UE, la revolución alemana ha sido servida. Quizás no sea la caída del Muro de Berlín, pero desde una perspectiva económica y financiera estará muy cerca. Tanto es así que el próximo canciller Federico Merz No dudó en definir lo que está sucediendo como El “todo lo que haga falta” de Alemania, parafraseando la famosa frase del entonces presidente del BCE Mario Draghi de la que partió el rescate del euro.
Alemania se centra en la infraestructura y el rearme
Pero ¿qué sentido tiene un cambio que para Berlín y para la política alemana en su conjunto equivale a un punto de inflexión trascendental? Permitir que el país invertir cientos de miles de millones de euros en gastos militares e infraestructuras.
En detalle, la CDU y el SPD han anunciado su intención de crear un fondo de fondos de inversión. 500 millones de euros. Dinero que se gastará durante los próximos 10 años para renovar y mejorar el Infraestructura alemana, con impactos esperados a partir de 2026.
Paralelamente, tras el cambio de postura de Estados Unidos, que bloqueó la ayuda militar a Ucrania, y el enfrentamiento entre Donald Trump (y su vicepresidente Vance) y Volodymyr Zelensky en la Casa Blanca, la futura canciller Merz y muchos otros dirigentes alemanes, junto con sus homólogos europeos, han comprendido que Europa no puede depender de EEUU y debe defenderse sola. Por este motivo, Alemania ha decidido aumentar el gasto de defensa al 3% del PIB.
El escollo del “freno de la deuda”
aunque hay Un obstáculo que superar Para convertir en realidad los costosos planes alemanes: freno de la deuda, una ley constitucional aprobada en 2009 que obliga al país a mantener un presupuesto equilibrado, con un límite de déficit primario casi cero: 0,35% del PIB. Sin embargo, para los Estados federados, los déficit estructurales están completamente prohibidos desde 2020, excepto en caso de catástrofes naturales o recesiones graves. En pocas palabras, a pesar de que Alemania tiene actualmente una deuda pública del 63% del PIB (Francia tiene el 111%, Italia el 135%, para ser claros), debido a la freno de deuda no puede darse el lujo de gastar en déficit aumentando la deuda, aun cuando tiene el espacio fiscal para hacerlo.
Propuesta de la CDU y el SPD sobre el freno a la deuda
Y es precisamente en este contexto donde encaja la propuesta de los dos partidos que probablemente formarán el nuevo Gobierno: la CDU del nuevo canciller Friedrich Merz y el SPD del canciller saliente Olaf Scholz. El plan es No apliquemos el “freno de la deuda” al gasto militar que superan el 1% del PIB, pero también los 500 mil millones prometidos para infraestructura.
En cifras, si el 1% del PIB equivale a 45 millones al año, sólo para el rearme estamos hablando de aproximadamente 90 millones de euros más que se liberarían cada año, a los que se añaden 50 millones al año para infraestructuras.
Sin embargo, hay un factor clave a tener en cuenta: el tiempo. Al tratarse de una enmienda constitucional, la aprobación de la reforma requiere una mayoría de dos tercios. Estas cifras serán inalcanzables cuando se constituya el nuevo Parlamento, teniendo en cuenta que el partido ultraderechista AfD ya se ha mostrado en contra y contará con 150 diputados. Por ello, Scholz y Merz pretenden aprobar la propuesta antes de la inauguración prevista para finales de marzo. Por eso ya están en marcha negociaciones con los Verdes, que formaban parte de la coalición del semáforo saliente y que podrían dar a la CDU y al SPD el apoyo que necesitan para aprobar una ley trascendental.